viernes, 22 de febrero de 2013

Del SoHo a Triball, un paseo por el lado gentrificado de la vida.

Aunque es habitual pensar en grandes migraciones cuando se habla de movimientos de población, a escala de ciudad y barrio también se producen desplazamientos y transformaciones importantes en el perfil socioeconómico de los habitantes.

A grandes rasgos, el proceso que lleva a la gentrificación comienza con la fiebre del sueño americano (casa en las afueras, dos coches, dos niños, perro y/o gato, etc), que alimentó los suburbios americanos desde los años 50, y su reflejo europeo (no idéntico, pero asimilable a un mismo fenómeno de cara a lo que nos interesa para esta breve nota). La dispersión urbana (coincidente en sus primeros años con el baby boom) comienza entonces a modificar los hábitos de vida de los habitantes de las grandes ciudades, inaugurándose la era del conmuting o desplazamiento pendular centro-periferia. Los nuevos espacios residenciales son menos densos y considerablemente menos complejos (este modelo favorece la concentración de comercios y otras actividades de ocio y servicios en grandes centros comerciales, claramente diferenciados de las áreas residenciales) mientras que los centros urbanos se devalúan como espacios residenciales y pierden también complejidad, especializandose como espacios turísticos (en el caso de muchos centros históricos europeos) o como CBDs (Central Business Districts: Distritos Centrales de Negocios, la ya clásica imagen del centro urbano como espacio de concentración de oficinas).

Junto con esta especialización del centro urbano, se produce un progresivo abandono de gran parte de los barrios de su entorno, ocupados por los habitantes que no han podido escapar a los suburbios. Minorías étnicas, pensionistas y habitantes tradicionales de estos barrios (especialmente aquellos de clases sociales más bajas) permanecen en estos espacios, que a menudo se degradan por falta de inversiones, olvido institucional o simplemente problemas sociales derivados del escaso nivel económico de sus habitantes. Estos barrios componen el apocalíptico paisaje urbano de la cultura pop de los años 80. A saber: el Times Square de los viejos tiempos, plagado de borrachos, librerías porno y clubs de striptease (y su equivalente parcial madrileño: las meretrices de la calle Montera y del entorno de la calle Ballesta, que volverán a aparecer antes del final de esta breve nota); el CBD de Los Ángeles, cercado por mendigos y exagerado (pero no tanto) en el futuro cercano de Blade Runner; los destartalados distritos industriales en desuso casi a la sombra del desaparecido World Trade Center en Nueva York o inmediatamente al sur del Támesis en Londres. Estos espacios olvidados serán los que serán recuperados en un proceso rápida y cínicamente descrito en las siguientes seis viñetas (para el caso americano, aunque como ya se ha comentado, el europeo es lo bastante parecido como para permitir la analogía):

"El Plan", según Toles.

Viñeta 1: [Los blancos viven en las ciudades]
"La gloria suprema de la civilización"

Viñeta 2: [Las minorías se mudan a las ciudades]
"Hola"
"Adiós"
Viñeta 3: [Los blancos huyen de las ciudades a los suburbios]
"¡Ah, esto está mejor!"

Viñeta 4: [Los blancos se mudan a suburbios del segundo anillo periurbano]
"Las ciudades han muerto. ¡Esto es aún mejor!"

Viñeta 5: [Las minorías se mudan a los suburbios del primer anillo]
"Esto está mejor. Supongo"

Viñeta 6: [Los blancos se vuelven a mudar a las ciudades]
"Funcionó"
[La vasta conspiración blanca de los anillos]


Efectivamente, el abandono de los centros urbanos y espacios aledaños acaba por dar lugar a un retorno de los habitantes de mayor poder adquisitivo, normalmente con la ayuda (generalmente involuntaria) de pioneros urbanos, que ejercen de punta de lanza del proceso. Un proceso típico es el que describe la siguiente tira cómica de Mauro Entrialgo:



En este caso son los artistas jóvenes los que colonizan un barrio degradado, poniéndolo de moda y atrayendo a los yuppies, que lo encarecen y desplazan a la población original (en el caso de distritos residenciales, no tanto en antiguas áreas industriales) e incluso a los propios artistas. El barrio pierde su personalidad original y la nueva personalidad bohemia que ha contribuido a recuperarlo justo a tiempo de convertirse en una atracción turística. Otras veces, son los propios yuppies los que actúan directamente sobre el barrio, adquiriendo propiedades y presionando a los habitantes para abandonar el barrio, especialmente en los casos en los que los inquilinos que viven de alquiler pagan renta antigua.

En cualquier caso, la llegada de los yuppies supone la culminación del proceso de gentrificación (término que tiene su origen etimológico en la palabre inglesa gentry, aproximadamente equivalente al término "burgués"). Suele ir acompañada de procesos de marketing urbano, con cambios de nombre e intentos de generar una marca. Es el caso, en Nueva York, del SoHo (South of Houston Street), Nolita (North of Little Italy) o Tribeca (Triangle Below Canal Street). En Madrid, son muchos los colectivos que denuncian que se está intentando algo parecido con el Triball (Triángulo de la Calle Ballesta).



Para hacerse una idea del proceso, un buen artículo (breve e interesante) es este de Ramón López de Lucio para Paisaje Transversal. Un ejercicio interesante es también revisar las hemerotecas y comprobar lo repentino de la aparición del término Triball, acuñado por la iniciativa privada y enarbolado como bandera para renovar el barrio, hasta ahora un espacio marginado y muy marcado por la prostitución en pleno centro de Madrid. En esta entrevista a Neil Smith para La Dinamo se incluye un interesante inserto sobre el tema. La respuesta ciudadana en Madrid está siendo muy contestataria (si bien no muy conocida, o al menos no tanto como el proceso que se critica), de forma similar a lo que está ocurriendo en Berlín, que es una de las capitales europeas que más está acusando estos procesos.


Por supuesto, todo proceso tiene más de una cara y la gentrificación es un concepto especialmente poliédrico. Lo aquí vertido no es más que una historia muy somera de los actuales procesos de gentrificación (que lleva produciéndose espontáneamente en grandes ciudades desde finales del siglo XIX), sin entrar a considerar en detalle las complejísimas motivaciones y combinaciones de factores que le dan forma. Muchos procesos de gentrificación espontáneos han resultado positivos en muchos aspectos para los barrios que los han experimentado y para las ciudades de las que forman parte. Siglo y medio después del inicio de la gran era de la vida urbana, aún seguimos debatiendo qué hacemos con las ciudades y qué hacen ellas con nosotros y por qué está de moda este barrio si no tiene nada especial.


Bola extra: Este artículo de The Guardian expresa ya desde su titular la complejidad y las contradicciones asociadas inevitablemente a la gentrificación.